Stay hungry, stay foolish

>> lunes, 28 de diciembre de 2009



No es necesario añadir nada más...

πέφτω

>> lunes, 21 de diciembre de 2009


No sé qué o quién frenó su tentativa, pero poco a poco el ruido atronador del combate cósmico cesó y las hordas de Armagedón se dispersaron hasta desaparecer tras columnas de polvo, humo y cenizas. Estaba tumbada boca abajo con los labios pegados al suelo; olía a azufre y tenía arenas entre los dientes. Un dolor proveniente de mi espalda se hizo cada vez más real y fui consciente de lo que había sucedido: había perdido mis alas.

¿Cuál era mi lado ahora? Si me habían juzgado por romper el silencio de los borregos y buscar la verdadera justicia, prefería vagar condenada que permanecer indiferente ante su biliosa utilización del dolor. Nunca acepté los extremos ni los juicios inapelables. Pertenecía a uno de los bandos, sí, pero siempre me había posicionado lo más próxima posible al ecuador que los dividía, donde existía la gama de grises. Algunos me apoyaban, otros me repudiaban y a más de uno le hubiera gustado arrancarme pluma a pluma esas alas ahora amputadas. Jamás habría consenso, y estar entre dos mundos antagónicos implicaba tener también al enemigo en casa.

No es fácil escoger entre lo que se supone que debes hacer y lo que sientes que debes hacer. Y me equivoqué.


Yo

>> jueves, 17 de diciembre de 2009


Las luces del parque se encienden y parpadean aumentando poco a poco la intensidad de su luz. El Sol se esconde tras los bloques de edificios y árboles, dorando la tarde. Llevo varios días intentando encontrar las palabras adecuadas para escribir y sacarme de dentro esta ponzoña que me carcome. Quizá debí decir antes mucho más, cuando no estaba fuera de lugar, cuando tenía sentido, pero había tanto que decir que siempre quedaba algo en el tintero. Sé que no fui cobarde aunque todo apunte lo contrario, pero tampoco quise cometer la temeridad de emprender quimeras suicidas.

Después del último fin de semana, de muchos “fines de semana”, no pretendo llevar la virtud hasta el absurdo, pero tampoco elevar la estupidez a la categoría de un momento de placer, porque no lo es. Nuestros cuerpos se ciñen a la inmediatez del deseo. Un deseo perdido, porque las camas extrañas son un desierto y ya me he cansado de vagar buscando un oasis. Porque desde que toqué el alma, el resto es sólo piel. Porque estoy cansada de meros brindis al sol, de utilizar tretas eufemísticas para no incomodar, de metáforas, de fingir que no recuerdo, que las cosas no me afectan, que no siento, que no deseo, que no quiero. Estoy cansada de cargar con el peso del mundo.

Esta noche volveré a creer las palabras que leo y escucho porque necesito hacerlo y a ser redundante con las mías. Hablaré como si hubiera alguien escuchando. Escucharé las canciones que me recuerdan que sigo en este Universo que necesita explotar de nuevo. Me quitaré las alas y las dejaré caer, mañana las ahuecaré otra vez.

Y al final... ¿Qué queda? ¿Qué me queda? Nada que me pertenezca. Sólo un roce furtivo, una caricia resignada, un abrazo disimulado, un beso negado, un deseo atado, un sueño pixelado, una vida contenida. Después de las luces, de las calles, de las risas, del día, de la noche, de las fotos, de las palabras, de la gente, de ella, de él, de ti... Después de todo, al final, sólo quedo yo.


Limeranza

>> miércoles, 2 de diciembre de 2009


Llegué con el alba a ese desconocido y a la vez familiar lugar. Era una paradójica sensación. Hacía frío, el Sol todavía no alcanzaba a elevar la temperatura nocturna; veía el vaho saliendo de mi boca al respirar, pero sin embargo no lo sentía en mi piel, incluso desabroché la levita de cuero cuando me detuve frente al cartel que anunciaba mi nuevo destino. Al leerlo mi mente se proyectó más allá en el tiempo y el espacio, y sabía que sería la última vez, antes de entrar, que tendría una contemplación panorámica de todo lo que allí dentro hubiera. Una batalla se desató en mi interior: por un lado, recuerdos y emociones me espoleaban con diatribas para que saliera de ahí sin más dilación ni divagación, y por otro, un ejército hedonista que no pensaba en la repercusión que mi decisión tendría, engalanaba esperanzas y me seducía con cantos de sirena para que entrara.

Respiré hondo, apreté los dientes y me dejé llevar. Atravesé el umbral haciendo caso omiso de mi razón. Curiosamente sabía que me equivocaba, sabía en dónde me estaba metiendo a pesar de que nunca antes había estado allí, pero sí en otras urbes similares. Buscaba la adecuada para conquistarla y establecer en ella mi imperio, mi vida.

Me adentré con inveterada curiosidad por sus avenidas, calles y callejones, accedí a los edificios en los que se me permitió el paso, hablé con sus gentes… Y algo cambió. Comprendí que lo que quería no era conquistar esa u otra ciudad, sino que me aceptara y acogiera en su seno para sentir que tenía de nuevo un hogar. En ese momento bajé la guardia y fui yo la conquistada.

A veces siento que es mi ciudad y olvido que soy una extraña que nunca la conquistará. Pero ahora ya es tarde para dar marcha atrás, estoy atrapada en Limeranza.


Sin monedas para Caronte

>> lunes, 16 de noviembre de 2009


Quizá me colé en una época y en una dimensión que no me correspondía... Todos me miraban, la interminable fila que esperaba su turno se fue girando a mi paso. Murmuraban y gesticulaban, pero ninguno se atrevió a dirigirse a mí ni a impedirme el avance. Mis ojos seguían clavados en el suelo mientras caminaba, pero era consciente de todo lo que sucedía a mi alrededor. La niebla se hizo más espesa, estaba cerca de la orilla; al levantar la vista vi el reflejo apagado y turbio del río. Me detuve justo en el borde, donde el agua comenzaba a mojar la tierra. No era mi turno y el que encabezaba la espera me miró con gesto adusto intentando replicar sin palabras; le devolví la mirada sin preocuparme que toda la muchedumbre que ocupaba la ribera se sublevara y bajó la suya con temor y resignación. Una silueta sombría y enjuta se acercó lentamente hasta mí sobre una barca del mismo porte.

-Tu dinero no sirve aquí, este no es tu lugar -dijo.

-No estoy muerta y no estoy viva... ¿Dónde se supone que debo estar? Llévame al otro lado del río, tengo que cruzar. Te pagaré el barcaje que me pidas.

-Aunque no queden almas para cruzar, aunque esperes toda la eternidad, no cruzarás este río.

Intenté subir a la barca sin el permiso necesario y un enorme golpe en la cara me desplazó varios metros hacia atrás. Me incorporé aturdida pero dispuesta a contraatacar, pero el sabor de la sangre me hizo escupir y llevarme la mano a la boca para comprobar que era mía.

-Los muertos no sangran. Vuelve a tu mundo -sentenció.

Era evidente que por la fuerza no podría cruzar, y ahora tampoco lo haría con argumentos. Me levanté sin dejar de mirar la sangre que había quedado en mis manos y me alejé tal y como había llegado hasta allí. Si ese no era mi sitio, ¿cuál lo era? Tendría que seguir buscando.


Cómo hablar...

>> jueves, 12 de noviembre de 2009


Llevo tanto tiempo ocultando, evitando, callando... Que ya no sé hablar. ¿Cómo convertir lo importante en trivial? ¿Cómo desculpabilizar y desmontar sentimientos? Si sigo fingiendo, no podré crear nada propio y auténtico, seré siempre un fraude. Si sigo persiguiendo un sueño imposible, no despertaré nunca. Si sigo aferrándome a lo que no tengo, perderé lo que poseo. Si sigo esperando a quien no llega, el resto pasará de largo. Si sigo siendo quien no soy, seguiré siendo vulnerable.

Llevo tanto tiempo bordeando mis límites que cualquier pequeña alteración hace que sobrepase la distancia de seguridad y salte fuera de la línea que delimita mi espacio controlado. Pero no puedo abrirme el pecho o la cabeza y arrancarme las emociones o los órganos que les ofrecen un eco visceral. No puedo posar mis manos sobre alguien y absorber a través de mis dedos su conocimiento, ni traspasarle el mío, ni hacerle sentir lo que siento para que me entienda. No puedo correr cuando todavía no sé caminar sin caerme. No puedo confesarme si no me arrepiento de mis pecados. No puedo olvidar sin nuevas experiencias que recordar.

Un día más estaré aquí esperando. Esperándome a mí misma.

Ø = {}

>> viernes, 6 de noviembre de 2009


Apagué el motor; el parabrisas se anegó en un segundo. Salí del coche y dejé que la lluvia me empapara mientras caminaba. Llevaba el paraguas en la mano y quizás resultara un acto estúpido no utilizarlo, pero prefería sentir las gotas de agua. Había enfriado, podía notarlo en mis manos, que conservaban su temperatura cadavérica desde el inicio del otoño hasta bien entrada la primavera -ni siquiera en verano variaba demasiado-. Los recuerdos se alejaron de mí, dejaron de influir, me centré únicamente en la cortina de agua que atravesaba con cada paso, pensando en el futuro, en lo que habría tras ella, en cuándo tendría lo que ahora me oponía resistencia. Era sólo agua, pero me desinfectaba, se llevaba la polución y los excesos de producción de la materia gris hasta la primera alcantarilla que el torrente encontraba a su paso. Pero la lluvia cesó y esa poética liberación y purificación también.

Sentí que el mundo no era suficiente, ni la vida, ni yo misma, que sólo era una pieza más que no completaba ningún puzle, que no completaba a nadie, ni siquiera a mí misma. Formo parte de un todo y a veces me siento totalmente desligada del conjunto: un conjunto vacío, un conjunto de vacíos, de nada, de esa nada que es algo en sí misma, que lo es todo.

Et lux in tenebris lucet

>> domingo, 1 de noviembre de 2009


Abrí mi mano y una esfera brillante surgió y permaneció flotando sobre ella. La recogí de nuevo y la lancé contra el suelo con todas mis fuerzas. Una explosión de luz bañó todos los recovecos convirtiendo la noche en día. La luz brilló en las tinieblas para luego extinguirse como una vela que se apaga.

Me desplomé sobre la cama, débil, como si toda esa energía liberada hubiese salido de mí. Pensé que el motivo estaría sujeto a los enigmas de mi subconsciente, que empezaban a pasar factura. La estancia comenzó a dar vueltas y a llenarse de diminutos puntos negros que se hacían cada vez más numerosos, hasta convertirse en una nube oscura. Era el momento de volver, de regresar a ese lugar dentro de mi mente en el que empezó todo. Tal vez ahora lograra entender muchas cosas... Empezaron a zumbarme los oídos, los latidos de mi corazón y mis movimientos se ralentizaron e hicieron más pesados y, durante lo que me pareció sólo un segundo, todo dentro y fuera de mí se detuvo: el corazón dejó de latir, la sangre dejó de fluir, el aire permaneció inmóvil en los pulmones, los sonidos cesaron, el viento dejó de soplar... Había regresado. Siempre tenía esa sensación de paro total e inmunidad cuando lo hacía, era una especie de prerrogativa que había conseguido. Pero a qué precio...

El viaje de vuelta era devastador, de hecho el único momento agradable era ese estado de duermevela a medio camino entre los dos bandos de mi mente: protagonista y antagonista. Pero era ahora o nunca. Debía escoger entre mis sueños y mi realidad, no podía quedarme en el centro observándolo todo sin acción ni reacción, sin emociones... O con ellas, pero apretándoles el cuello para que no hablaran hasta volverse taciturnos impulsos.

La luz primaria se había convertido en fuego fatuo. Quería abrir los ojos e iluminar las tinieblas, pero sólo lograba secciones entrecortadas y heterogéneas entre bostezo y bostezo mientras la vida se me iba escapando.

Vanas esperanzas

>> jueves, 29 de octubre de 2009

Llega un momento en el que después de esperar y desesperar empiezas a pensar que quizá no ha sido suficiente para crear curiosidad o atraer la atención de alguien. Llega un momento en el que te das cuenta de que el resto del mundo (sin generalizar aunque suene a eso) no piensa como tú, que una cita es un compromiso, es aceptación, es una floja pero latente esperanza de encontrar lo que en determinado momento se busca, que es una palabra... Es en esos momentos cuando aprecio mucho más lo que tengo: los momentos en los que no puedo tenerlo, en los que me falta...

Una parte de mí se niega a volver a confiar, la otra no puede evitarlo... Batalla constante e indefinida.

Y también es entonces cuando te echo de menos, sí, a ti, mi mejor amiga, la única que me conoce, la única que me acompaña... La única.

A veces nada más importa.


Catarsis

>> sábado, 17 de octubre de 2009


Gnosis

>> jueves, 15 de octubre de 2009


Sólo quedaban ruinas y una nube de polvo flotando en el aire que se extendía con los estertores de mi imperio. Había presenciado las postrimerías de mi clarividente utopía siniestra y no había hecho nada. Conocía el antídoto contra la pandemia de autodestrucción, pero me había confiado y había llegado demasiado tarde. Tendría que construirlo de nuevo, una vez más, piedra a piedra, con mis propias manos, ignorando inclemencias climáticas, horas sin luz y cansancio.

Ni siquiera el templo había resistido, mi templo de los sueños, cuya divisa era la libertad. Ojalá pudiera volver al momento de esplendor en el que ese imponente y majestuoso edificio acogía en sus entrañas el culto a dioses de todas las eras espaciales y de todas las culturas sin distinción, excepción ni menoscabo, que aceptaban el esfuerzo como ofrenda para engendrar y traer a este mundo a los deseos desde su dimensión onírica.

Vi a lo lejos algo que brillaba entre los escombros; me acerqué, lo extraje y limpié su superficie. Era un libro con una insignia en la portada y otra en el lomo. Eran mi insignia y mi libro: "Gnosis". En él había recogido la sabiduría de todos cuantos habían pasado por el templo. No estaba todo perdido. Abrí el libro, pasé sus hojas una por una, sin prisa, acariciándolas con nostalgia. Incluso repetí en voz alta algunos fragmentos, como tratando de que las piedras que yacían inertes y amontonadas arbitrariamente, se impregnaran de las palabras, cobraran vida y se elevaran formando columnas, arcos, paredes y techos.

El conocimiento seguía ahí, intacto, sólo debía llevarlo a la práctica para inventar un nuevo comienzo, y con los sentimientos encallados entre la vida y la muerte, me inventé de nuevo.

Sueños de paz

>> lunes, 12 de octubre de 2009


Sin duda ese brillo provenía del Sol; pero no era el mismo que solía aparecer tímidamente en esta época sobre estas tierras cubiertas de musgo y melancólicos ocasos. Era diferente, más resplandeciente, más cercano y lo suficientemente cálido como para secar cualquier mancha mohosa y las goteras más lloronas de la vieja y destartalada casa en la que me encontraba.

Y así fue; al tiempo que abrí los ojos completamente, pude ver a través del espacio entre las uniones de las tablas de madera de las paredes, como ese inmenso astro se envalentonó sobre mi cabeza y, en cuestión de segundos, desapareció hasta el más mínimo rastro de enfermiza humedad. De repente, con un leve movimiento casi involuntario, el suelo crujió bajo mis pies; una diminuta lagartija surgió de uno de los agujeros que había dejado uno de los nudos de los tablones y jugueteó confiada sobre mis zapatos.

No me había movido, al menos no físicamente, pero no estaba en el mismo lugar.

Me agaché, cogí con delicadeza al pequeño animalillo juguetón, lo puse sobre el dorso de mi mano izquierda y salí al exterior. La casa ya no era un habitáculo lúgubre que absorbía la luz como un agujero negro, ahora la reflejaba; se había convertido en una especie de refugio sustentado por las poderosas ramas del árbol de la imaginación y la fantasía.

Ahí era donde me encontraba, en mis fantasías. Había viajado hasta ese mundo justo cuando la guillotina de la realidad amenazaba con caer impía sobre mi cuello. Justo a tiempo.

El campo era de un verde tan brillante que parecía una alfombra tejida con esmeraldas. El oleaje que el viento provocaba en la hierba era casi hipnótico. Era imposible que fuera más verde en ningún otro lugar. Me descalcé para sentir bajo mis plantas ese esponjoso e infravalorado placer, y después de caminar unos metros, me tumbé para entregarme sin reservas a mis sueños de paz.

Campo de Agramante

>> domingo, 4 de octubre de 2009

Abrí los ojos como si me hubieran empujado violentamente hacia las puertas de la consciencia. Algo en esa realidad en la que me había despertado había cambiado. Tenía el corazón desbocado; quizá me había visto inmersa en una terrible pesadilla, pero no conseguía recordar nada de lo sucedido en el plano onírico. Me liberé del laberinto de tela que se había enroscado en torno a mi cuerpo, me levanté y caminé hasta salir de la estancia. Todas las luces estaban apagadas y reinaba un silencio frío y profético. Busqué un resquicio de compañía racional que pudiera sacarme de ese trance pero no hallé más que la de mis pensamientos. Entonces una escena desgarradora vino a mi mente; no sé cuál fue el detonante, pero esa escena atrajo a otra y esta última a otra, hasta que se encadenaron cronológicamente y comprendí qué era lo que estaba sucediendo.

Un dolor agudo se instaló en mis sienes intensificándose con cada vínculo que me redirigía al pasado. Supe que nadie iba a aparecer; estaba sola, más sola de lo que nunca había estado. Yo misma había destruido a todos aquellos que habían osado acercarse pisoteando sus tentativas y esperanzas y anulando las mías. No podía permitirme el lujo de que urbanitas depredadores olfatearan un rastro de debilidad y los condujese hasta mí. El precio a pagar era muy elevado, pero aún así decidí empeñar mis sentimientos para comprar las tierras en las que construí mi reino.

Desde mis dominios veía los pueblos cercanos y las siluetas borrosas de otros castillos en la distancia. Cada cierto tiempo algún viajero bordeaba las murallas de mi fortaleza mirándola con curiosidad y desconcierto, pero ninguno se atrevía a acercarse y terminaban por perder el interés al comprobar que estaba cerrado a cal y canto.

Una noche, eludiendo a la guardia, alguien escaló hábilmente uno de los muros y se escabulló confundiéndose con las sombras, hasta alcanzar mis aposentos e irrumpir en ellos bruscamente y con altanería, sin importarle si había cometido o no una temeridad. Permaneció un instante mirándome con descaro, como si tuviera la certeza de que no alertaría a nadie y, para mi asombro, así fue. Algo irracional tomó el control de mi cuerpo e inhibió mi sentido común y el instinto de supervivencia. Me había incorporado en mi lecho cuando hizo acto de presencia y no me había movido desde entonces. Se acercó hasta quedarse frente a mí, se quitó la ropa y sin pedir permiso ni esperar consentimiento, se metió en mi cama, pegándose a mi piel... Nunca me había sentido tan abrigada pese a la desnudez. Nunca olvidaré esa noche.

De pronto tuve la certeza de que ese sentimiento que se había adherido a mi alma no iba a desaparecer. Sentía que me había corrompido, manchado, violado... Salí corriendo cegada por la ira y la desesperación sin importarme la dirección ni lo que dejaba atrás; necesitaba salir de mí misma, desligarme de cualquier emoción humana. Corrí hasta que mis pulmones demandaron una cantidad de aire que no era capaz de satisfacer y ahí, exhausta en medio de mi propio campo de Agramante, comprendí que la ausencia de la manifestación física no hace desaparecer a nadie ni a nada. Comprendí que había errado la causa y había perdido la guerra contra el peor enemigo imaginable, contra mí misma, quedándome sin ejército, sin patria y sin reino.


Si vis pacem para bellum

>> jueves, 10 de septiembre de 2009

Cuando trabajas con armas te das cuenta de lo fácil que sería quitar una vida. Te das cuenta de que aunque se utilicen para hacer cumplir una ley, para el bien o un bien más elevado, siempre harán daño. El objetivo puede ser diferente, pero los medios para lograrlo son los mismos y hieren de igual forma. Te das cuenta de que una de las personas que más desea la paz es la que tiene que empuñar un arma para conseguirla. Te das cuenta del triste hecho de que son necesarias porque nosotros las hemos hecho necesarias, y no hay nada más injusto e innecesario. Te das cuenta de lo frío y duro que es el metal y lo cálida y blanda que es la carne.

"La guerra está en nosotros, no es preciso hacer exhibiciones".

Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti. John Donne, Devotions Upon Emergent Occasions.

Pandemónium

>> jueves, 3 de septiembre de 2009

Te he buscado en otras ciudades, en locales atestados, en plazas desiertas, en las sillas vacías de cafeterías, en pequeños rincones, en el silencio, en el murmullo de la gente, en otros cuerpos, en otras camas, en otro tiempo, en otra realidad... Te he buscado y te he esperado tanto que yo misma me he perdido. Creía que hoy ya estarías a mi lado o ya te habría olvidado. Pero sigues en mi alma. Latente, hiriente, ausente...

¿Cómo sentir algo si no te puedo tocar? ¿Cómo alcanzarte si siempre voy un paso por detrás? ¿Cómo explicárselo a los demás si sólo ven que mi pena no es condena, que el olvido a veces es salvación? Quizás la que no ve soy yo...

Han vuelto las hojas secas a las calles, el trasiego de la estoica multitud, el caos armónico de las metrópolis. Las horas sin norte, las noches en blanco y el lecho vacío. Los nervios y desesperación de la espera, las mentiras que buscan atención, la perentoria necesidad de un abrazo que nunca llega, que nunca alcanzo, que no merezco. Las cavilaciones, los sentimientos arcanos y su inherente soledad, la reticencia, la resignación, el apretar los dientes y mirar hacia otro lado. La maldición de anhelar lo prohibido, lo imposible.

Ojalá mañana al despertar el tiempo no hubiera pasado y la inocencia no se hubiera roto y siguiera revoloteando a mi alrededor como un hada brillante. Ojalá tú estuvieras a mi lado sobre la hierba viendo el más hermoso atardecer, fueran tus besos vehemente realidad y esa noche entre las sábanas no tuviera que volver a soñar.


Alegoría

>> miércoles, 26 de agosto de 2009

Creo que lo que mejor define cómo me siento es: fuera de lugar. En el trabajo, por la calle, con amig@s... conmigo misma... Supongo que esto último es la raíz del problema.

Empecé a ser consciente de ello la noche del sábado. En cuanto terminó la parte relajada de la noche y el número de personas y decibelios, así como la temperatura y el alcohol, aumentaron, empecé a sentir que no era mi sitio. Quizás una de las razones sea que el cansancio -físico y mental- lo empaña todo y el trabajo aumenta en relación directamente proporcional. El final del túnel se antoja lejano todavía.

A veces me da la impresión de estar viviendo una especie de versión contemporánea del "Mito de la caverna". Como si desconociera la existencia de una realidad superior y mejor o no supiera llegar a ella a pesar de conocerla, o hasta ahora hubiera vivido las sobras de un banquete, convite de timadores disfrazados, negocio de falsos ídolos que mi propio miedo ha engordado.

Ahora sólo veo sombras, y no se puede decidir basándose en sombras, engañan al sentido de la vista, y si siempre has visto sombras, ¿cómo vas a reconocer la realidad? No se puede decidir sin ver la luz que hace que esas sombras se proyecten sobre las paredes de la indecisión y el desconocimiento. No se puede tomar una decisión sin conocer la SALIDA de la caverna.

Las exposiciones alegóricas, como todo, dependen de la interpretación que se les dé. Ojalá hallar soluciones a algunos problemas fuera tan fácil como abrir una puerta antipánico.


Toca seguir caminando...

>> domingo, 16 de agosto de 2009


Cerrado por reconstrucción

>> miércoles, 5 de agosto de 2009


Eterno Retorno

>> martes, 21 de julio de 2009

Pensar que un instante puede repetirse sin fin, una vez tras otra a lo largo de la eternidad, tiene cierto punto romántico. Pensar que volveremos a este lugar, a este momento o a un momento especial, a ser lo que somos y a sentir lo que sentimos, que volveremos a encontrarnos, volveremos a vivir...

Es como una esperanza de continuidad, de permanencia, de inmortalidad. El anhelo de tener para siempre los momentos vividos... Un ciclo que se repetiría eternamente, perpetuándose en el tiempo. Una vida en un Universo Pulsante.


«Elige de forma que si tuvieras que volver a vivir toda tu vida de nuevo, pudieras hacerlo sin temor». ("Eterno Retorno". Nietzsche).


Sombras nocturnas

>> lunes, 20 de julio de 2009

Posé mis dedos sobre el teclado del ordenador. Sentí de nuevo el impulso y la necesidad de escribirte, de imaginarte. Vino a mi mente la imagen de un horizonte, lejano e intocable, como tú. Pensé que quizá te he escrito demasiado y te has cansado de leer, o tal vez no haya dejado señales suficientes en el camino para que llegues hasta mí. Qué más da, sea como sea, no estás.

En el exterior todo está en calma y oscuro, por lo que se ven perfectamente las estrellas. Ha refrescado, así que me pongo la chaqueta antes de salir. Huele a noche de verano, a madrugada. De vez en cuando se oye el ruido de algo que cae contra el suelo, son las frutas maduras de los árboles del parque que se aloja en el interior del recinto en el que trabajo.


Después de un rato de charla con la compañera que trabaja en el edificio de al lado, vuelvo a mi puesto. El consejo "no tomes ese café, es una bomba" fue posterior a su ingesta, así que ahora toca infusión...

Amanece. Ya se oye el canto de los pájaros que se desperezan en las ramas de los árboles o sobre las cornisas y el ruido de algunos coches. La ciudad se despierta, bosteza, los sueños llegan a su fin ahogados por la ducha y el café y sustituidos por las noticias del periódico. Sin embargo, para mí el día está terminando. Pronto llegaré a casa y me acostaré con la esperanza de dormir un par de horas antes de levantarme para empezar cuanto antes un nuevo día, y no sólo una noche más de trabajo. Con la esperanza de verte de nuevo en mis sueños. Pese a todo, me gusta trabajar de noche.

Acaban de dejar el periódico en la entrada. Lo recojo y lo dejo en su sitio. No suelo leerlo, nunca he tenido esa costumbre, no me gusta. Será esta una de las razonas por las que tardo en enterarme de lo que sucede en el planeta. Eso, y que suelo estar inmersa en mi propio mundo, perdida en los confines de una tierra que nunca me han prometido y que sólo será mía cuando las fantasías se conviertan en realidades.

¿Será tuya esa silueta que siempre veo en la lejanía? ¿Serás tú quién se cuela en mis sueños últimamente?


En blanco

>> jueves, 16 de julio de 2009

Enfrentarme a un papel o a un lienzo en blanco siempre me ha resultado tentador, atrayente, algo lleno de retos y posibilidades, una oportunidad de crear belleza. A veces me bloqueo y no consigo enlazar las palabras o los trazos, no concuerdan, son como dos imanes repeliéndose. Pero no dejo de intentarlo, de cambiar lo que sea necesario cambiar, de corregir los errores, de buscar la forma de que armonicen y se enlacen.

Ahora mi vida es como uno de esos papeles o lienzos en blanco. La escribo cada segundo, la dibujo... Pero a veces las palabras o las imágenes no son las apropiadas y no tengo sensación de orden. Me siento como al inicio de un nuevo curso... Desconozco el aula, el programa académico, el temario... Y ese desconocimiento hace que parezca complicado y desordenado. Todo es cuestión de práctica, de costumbre, de paciencia, de constancia... Lo sé, la teoría es de sobra conocida...

Y este "nuevo curso" me gustaría aprender a archivar instantáneamente lo dañino y aplicar a todos los ámbitos la memoria celular, a trivializar y suavizar emociones, a gestionar de forma fría, automática y efectiva conflictos emocionales y sociales, a interactuar con los demás de manera más inocua, sin tensiones, sin sentimientos contraproducentes y estériles... Pero no se pueden saltar pasos en un proceso de montaje en cadena... Y tras un suceso doloroso vienen la negación y la incredulidad, después el abatimiento y el no saber qué hacer, luego la aceptación y por último la superación, el aprendizaje y el crecimiento.

Pero hoy me sigo sintiendo incompleta...


Si pudieras borrar un momento de tu vida, ¿cuál borrarías? Yo creo que ninguno...

Homo homini lupus

>> miércoles, 15 de julio de 2009



"Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit".
(Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro).

Re-caída...

>> martes, 14 de julio de 2009


Siempre es "re", "otra vez", "de nuevo" (o mejor dicho "de viejo"...), "siempre", "again"... Me siento torpe, carga, lastre, desastre...

Día nihilista

>> jueves, 9 de julio de 2009

¿Vale la pena ser uno mismo?

A la gente ya sólo le importa lo accesorio, el maquillaje, el parecer, la rumorología, y los sentimientos y fines elevados son arrojados a la arena de un circo mediático.

¿Valen la pena cien años de llanto por un solo año de felicidad?

Tal vez esta se vea engrandecida después de tan larga espera y todos los anhelos sean colmados, o tal vez no sea suficiente para equilibrar la balanza. Quizás existan la justicia poética y la justicia cósmica y todo esté equilibrado y en armonía, o quizá no haya nada que compense y tengamos que enfrentarnos y resignarnos a una ruleta caprichosa y arbitraria, a una lotería.

¿Vale la pena mirar a alguien a los ojos y hablar sin censura?

...

A veces es mejor guardar silencio...

¿Vale la pena?

...


Aunque caigan ángeles

>> martes, 7 de julio de 2009

Hoy, de repente, me he dado cuenta de que la soledad se va a quedar cuando te vayas. Pero tienes que irte, debes irte.

Me he acostumbrado demasiado a ti, a encontrarte cada día en mi vida, en el silencio de lo automático, de la costumbre. Ya formas parte de mí. Pocas personas me conocen como tú, y a pesar de ello sigues ahí...

Contigo me siento cómoda, segura, soy yo sin coraza, sin fachada. Contigo la gravedad no existe, todo flota, todo fluye.

Gracias por haberme hecho disfrutar de nuevo de los pequeños grandes momentos, lo había olvidado. Gracias por todo lo que me has dado, por todo lo que me das, es mucho más de lo que imaginas. Gracias por todas y cada una de las veces que consigo hacerte sonreír... Gracias, simple y totalmente.

La distancia siempre es difícil de salvar, pero a pesar de la ausencia física, me tendrás aquí y en cualquier lugar. A un click, ¿recuerdas?

Perdona mis silencios, mi torpeza, mi ceguera, mis fantasmas... Podría seguir agradeciendo, disculpando y confesando, pero el resto lo voy a obviar. Algunas veces no hace falta hablar -por suerte para mí-, y otras no hay palabras suficientes. Aunque espero que esto sí sea suficiente.

Nadie puede coger una estrella que se cae, pero aunque el cielo se descuelgue y caigan ángeles, pararé tu caída con mi cuerpo y con mi aliento.

*   *   *

Mis deseos para ti:
  • Que tengas la oportunidad de luchar por lo que quieres. El trabajo y el esfuerzo darán sus frutos.
  • Que no dudes ni te hagan dudar, ve siempre con decisión y seguridad en lo que crees. Si te equivocas, intenta acertar la próxima vez.
  • Que las personas que encuentres en tu vida te den lo mismo que tu das. Siempre habrá alguien que valore lo que eres y lo que haces.
  • Que tengas paciencia y aprendas a esperar sin desesperar. El tiempo te enseñará.
  • Que valores tus experiencias, al fin y al cabo de nada sirve haber vivido mucho si no se sabe interpretar adecuadamente.
  • Que sepas vivir.




♪♫"LAS COSAS SON ASÍ. SE TRATA DE SEGUIR"♪♫.

Te dedico la canción.

El cuento del leñador

>> sábado, 4 de julio de 2009

"Había una vez un leñador que se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno, y las condiciones de trabajo, mejores aún, así que el leñador se propuso hacer un buen papel.

El primer día se presentó al capataz, que le dio un hacha y le asignó una zona del bosque. El hombre, entusiasmado, salió al bosque a talar. En un solo día cortó dieciocho árboles.

-Te felicito, sigue así -dijo el capataz. Animado por estas palabras, el leñador se decidió a mejorar su propio trabajo al día siguiente. Así que esa noche se acostó temprano.

A la mañana siguiente se levantó antes que nadie y se fue al bosque. A pesar de todo su empeño, no consiguió cortar más que quince árboles.

-Debo estar cansado -pensó. Y decidió acostarse con la puesta del sol.

Al amanecer se levantó decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin embargo, ese día no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete, luego cinco, y el último día estuvo toda la tarde tratando de talar su segundo árbol.

Inquieto por lo que diría el capataz, el leñador fue a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se estaba esforzando hasta los límites del desfallecimiento. El capataz le preguntó:

-¿Cuándo afilaste tu hacha por última vez?

-¿Afilar? No he tenido tiempo para afilar: he estado demasiado ocupado talando árboles".

Cansada

>> domingo, 28 de junio de 2009

Madrugada viernes-sábado. Las calles huelen a alcohol y a perfume. La gente sale de los locales que cierran a una hora más o menos prudente para continuar la fiesta en los que comienzan a abrir.

Subo el volumen del mp3, no me apetece oír el griterío. No me apetece caminar entre la gente, ni siquiera quiero caminar ni pensar en el trayecto de vuelta a casa. No me apetece pensar en el trabajo, ni en el cuadrante de julio, recién salido de la impresora, ni en los cambios constantes de horario y lugar, ni en que no tendré vacaciones este verano, ni en los días en los que sólo dormiré un par de horas después de trabajar toda la noche, ni en el cansancio mental. No me apetece pensar en los celos retrospectivos que tengo de mí misma. No me apetece pensar en nadie ni en ningún momento en concreto. No me apetece pensar... Sólo quiero dejar la mente libre, sin presiones, y dormir... No me apetece pensar... Pero es inevitable...


Hay instantes sublimes...

>> jueves, 25 de junio de 2009

Hay instantes sublimes en los que el valor íntimo de un sentimiento noble me despierta del letargo y vuelvo a recuperar mi esencia, mis valores, mis sueños y mi razón. Vuelvo a reconocerme y a sentirme bien en mi piel. Pero al minuto siguiente recuerdo por qué está tan ligada a mí la sensación de fracaso y todo vuelve a distorsionarse. Convierto todo lo bueno que puede haber en mí y en mi vida en algo secundario y frágil y sólo quedan los vestigios de una empresa que nunca llegó a prosperar.

Recuerdos, pensamientos e inútiles, ridículos y disonantes pasatiempos que invento constelan alrededor de mi cabeza mientras me condeno y encierro en un comportamiento redundante y dañino.

*   *   *

Tengo que recoger mis súplicas, promesas vanas y fallidos intentos y elevarlos hasta convertirlos en mantra, oración y verdad. No más vueltas de tuerca, perífrasis ni charlatanería lastimosa y autocompasiva. La búsqueda de voluntad y el desarrollo del espíritu para alcanzar un bien mayor y necesario no son un proyecto mesiánico ni se pueden alargar ni aplazar constantemente.

Y lo intentaré una y mil veces si es necesario para honrar los grandes valores que me han inculcado y convertirme por fin en la persona que quiero ser.


Activado modo Ñu

>> domingo, 21 de junio de 2009

Hay ciertos temas que siempre me entristecen... Suelo evitarlos, pero en un momento u otro alguien mete el dedo en la llaga. Sé que sin mala intención, pero me afecta, son estigmas que todavía pesan.

Y así, una vez más, vuelvo a ese estado subyugante en el que sólo veo que he fracasado en casi todo lo que he emprendido y me he planteado. Me encuentro otra vez en el mismo punto, siempre esperando, nunca actuando. No por cobardía, sino porque no me pertenece o no debo. Y me quedo en lo que se supone que debo ser.

Creo que algunas personas esperan demasiado de mí, y sólo soy yo (aunque resuelva Cubos de Rubik de doce caras...). Puedo alimentar expectativas pero no saciarlas. La cuestión no es "quién soy", sino ¿para qué soy?

Me gustaría sacar de mí todo lo que me daña, lo que me llena o me vacía, pero hay cosas que debo censurar, que no puedo dejar que salgan. No, no puedo, no debo. Es instinto de supervivencia social (y en ocasiones suicidio emocional).

Viaje a través de los momentos

>> miércoles, 17 de junio de 2009

Huele a frío y a niebla, se posan, entrelazan y reflejan el miedo que desgarra la piel más curtida. Estoy de vuelta de un largo viaje, pero a veces no es más duro irse, es más duro regresar.

Quiero volver a emocionarme con las notas de una canción y el sonido de una voz. Quiero volver a enamorarme por primera vez. Quiero volver al origen y a la esencia, quiero volver al verano de mi adolescencia.

Quiero volver a pasear hasta el mirador de mi ciudad, hasta cualquier mirador del mundo que me haga sentir en mi hogar. Ver el sol ponerse tras los edificios, como si allí detrás se parara el mundo por un instante y todo lo que el corazón deseara fuera posible. Un mundo en el que nuestros sueños viajan a lomos de un unicornio alado que se eleva hasta donde nadie puede llegar para romperlos en pedazos.

La grandeza de un Universo me envuelve y acaricia, me acompaña hasta donde yo pueda llegar. Me transporta hasta la cima de mi paz, hasta mi centro y mi lugar. No importan las luchas interiores, catarsis eterna y arcana de mi alma.

Si pudiéramos llegar hasta lo más secreto y lejano de la Tierra, extender la mano y tocar el horizonte, las nubes y las estrellas... Estaríamos tocando un trozo de esperanza, una respuesta, una verdad... Seríamos jóvenes para siempre. Viaje común a través de los momentos y sello de unión.

La noche se adormece lentamente entre recuerdos y por los senderos de mi subconsciente se desliza mi mente entre sueños y nostalgia.


El camino de vuelta

Anoche busqué como tantas veces, pero no hallé. Tan sólo vi el camino de regreso, solitario como siempre, angustioso y eterno. Sólo la oscuridad le otorga un resquicio agradable y placentero, la noche alumbrada con tenues luces, creando sombras deformes, pero bellas.

Veo decadencia en los momentos transcurridos y venideros, veo ráfagas de esperanza y ansia, ráfagas de frustración y flaqueza. Prosperidad contra adversidad. Todo se confunde, se transforma, se destruye, se crea. Y oigo en mi subconsciente cómo pronuncias mi nombre, pero nadie lo ha mencionado porque camino sola, sólo lo oigo dentro de mi cabeza. Sólo se oyen pasos lejanos, mis pies arrastrándose, golpeando el suelo, haciendo cada vez más corto este camino. Nunca sé adonde voy, sólo conozco el camino de vuelta.

Llevo aguardándote desde mi más tierna adolescencia y hay noches en las que, a pesar de los años que han pasado, todavía me asomo a la ventana y sueño que algún día estarás conmigo. Recuerdo aquella noche, y la siguiente... No he podido olvidarlas, durante mucho tiempo viví por y para ellas. Y mientras camino rememoro, rememoro y guardo para tenerlo siempre. Añoro lo que aún no he vivido como si lo hubiera perdido. Espero un futuro utópico que tal vez nunca llegue, pero es todo lo que me queda.

Mírame, y por favor entiende que te siga esperando. Ya ni siguiera sé si existes o si eres tan sólo un pensamiento, un anhelo vano que ha permanecido insertado en mi cabeza durante todos estos años.

Tal vez siempre tenga que inventar excusas para verte sin que tú lo adviertas, sin que tú me veas. Y lo haré porque tú no estás aquí. Tal vez nunca llegues para caminar conmigo cuando sea de noche, pero esperaré en el mismo lugar, sentada en lo alto de las escaleras de un parque abandonado, bajo la luz parpadeante de una farola que pronto se fundirá.

Escorzo

>> lunes, 15 de junio de 2009

A veces, al levantar la vista después de caminar un buen trecho mirando al suelo, la visión se antoja plana, bidimensional, sólo se ve el frontal. Tengo que abrir y cerrar varias veces los ojos para enfocar, aplicar el escorzo y verlo todo desde otros ángulos y puntos de vista y notar la profundidad.

La perspectiva global es cuestión de actitud.

Es en esos momentos cuando miro arriba y veo los ornamentos de los edificios históricos y las líneas minimalistas de los modernos. Veo luz y sombra creando la profundidad de las almas. Veo el volumen, el conjunto.

Es en esos momentos cuando imagino cómo serán las vidas de las personas con las que me cruzo por la calle. Me pregunto cuáles serán sus inquietudes, sus secretos, sus pensamientos en ese instante. Me pregunto si alguna de esas personas pensará lo mismo al cruzarse conmigo, si alguien en algún lugar del mundo sentirá lo mismo que yo.

Es entonces cuando quisiera escribir algo que desvelara misterios y respondiera preguntas intemporales. Quisiera escribir algo hermoso que llegara a los corazones. Quisiera escribir la historia, el tiempo, el mundo, la vida... Quisiera escribirte, describirte, hacerte corpórea, crearte... crearte para mí... acercarte con el trazo de mi pluma, convencerte para que te quedaras con mis palabras, con mis brazos...


Hay días que me falta el aire

>> viernes, 12 de junio de 2009

Hoy estoy agotada. Llegué del trabajo arrastrando el cansancio y la falta de descanso de varios días porque cuando trabajo de noche me sigo levantando por la mañana, ocupándome de los mismos asuntos, realizando las mismas tareas, entrenando durante el día y acusando las lesiones, que alcanzan su punto más álgido al regresar de madrugada, después de mi jornada laboral. Normalmente no me afecta, no lo noto, pero hoy me ha alcanzado. Y pensar en las dos semanas que me esperan hace que la perspectiva se torne complicada, sin puntos de fuga.

(Llamada telefónica de uno de mis jefes).

Qué oportuno. Yo hablando de mi cansancio y mañana tengo que cubrir un turno. Así que, cuando llegue de madrugada a casa, me dará tiempo a tumbarme un par de horas antes de volver al trabajo. La panacea...

Esperaba impaciente este fin de semana porque era el único que tenía libre, y ahora se ha quedado en semi-libre (mini-libre). Acaban con mi paciencia... Pero podría ser peor, por lo menos es sólo el turno de mañana y no todo el día...

Necesito un descanso.

Tengo la sensación de que me falta el aire. Y no es sólo una sensación física. Siento que voy contrarreloj, que ejecuto al mismo tiempo demasiadas tareas. Espero no tener que presionar Ctrl+Alt+Del y mantenerlas todas activas hasta que logre finalizarlas.

A veces me veo como un Cubo de Rubik sin resolver... (sé que es una comparación un tanto... extraña...). Y a veces "me mantiene en pie tan sólo el instinto".



Sobrevolando la realidad

>> jueves, 11 de junio de 2009

Otro día más esperando un imposible, una visión hermosa que no puedo alcanzar. Como si fuera brillante polvo plateado que se mezcla con el viento sólo de un soplido o los destellos dorados del sol en la cara al atardecer.

A veces nada tiene sentido y otras veces una sensación de infinito, de futuro, me llena el pecho y me da una razón. Es como ver el mundo desde un avión. Las nubes parecen cúmulos brillantes de paz blanca y algodonada, paisaje de etérea inmensidad que exalta las emociones más recónditas y adormecidas. Esa visión me eleva y protege como si nada pudiera alcanzarme, como si esa paz envolvente pudiera incluso detener una caída al vacío.

Y mientras lo observo todo desde esa burbuja, el mundo ahí abajo, lejos de haberse detenido, sigue adelante sin mí, sin mirar atrás, sin piedad ni compasión por los caídos.

No es aburrimiento, es creatividad... xD

>> martes, 9 de junio de 2009


Gracias, Any, por la inspirada frase que da título a esta entrada ^^

Divagaciones nocturnas

>> domingo, 7 de junio de 2009

Algunas madrugadas me despierto y descubro que me he dormido sin antes apagar el televisor. Busco torpemente entre las sábanas el mando a distancia para apagarlo y volver al sueño que he dejado a medias. Pero ya es tarde, apenas distingo en qué estaba inmersa, sólo recuerdo vagamente un fragmento en el que pude ver el resquicio de un paraíso durante escasos y efímeros segundos, recuerdo la luz que lo envolvía todo.

Me escondo bajo capas de poliéster y algodón, tapando la cabeza para despistar al frío y eludir los problemas y algunas obligaciones casi carcelarias mientras el despertador me lo permita. Es un escondite mullido en el que últimamente no me refugio demasiado.

Ya empiezan los recuerdos descatalogados a desordenar lo archivado.

Hasta hace no mucho tiempo vivía en mi propio infierno, yo misma lo había creado. Un lugar recóndito, desolador, oculto en lo más profundo de mí, donde los fantasmas de cada tiempo acechaban sin cesar y las sombras perseguían expectantes para enturbiar mis pensamientos. Un lugar donde llovía tristeza, y bajo esta caminaba empapada con la mirada perdida en la nada. Un lugar en el que las sombras se deslizaban, palpitaban en las paredes. Sombras insomnes, ansiosas, incompletas. Se regocijaban y cobijaban en la silenciosa y tenue oscuridad. Yo misma era una sombra que oscilaba entre el bien y el mal en un lugar hasta el que nadie había llegado para salvarme.

Mi desnudez reposa en la inquietud, envuelta en blancas sábanas que me cubren y secan lágrimas perdidas en sueños de libertad.


Eco

Todavía resuenan las risas con el eco de un cuarto vacío en el que quedan tantos momentos compartidos. Frente a mí parece que nada ha cambiado, que todo está en el mismo lugar, pero todo es diferente. Algunos todavía están aquí y otros se han ido allí donde el sol se pone.

¿Y ahora qué?

¿Qué se supone que hay que hacer?

Todo empieza. Todo termina. Primero llega a ti, lo posees, lo gozas, ves como emerge, para después verlo decaer, agonizar entre tus manos hasta que muere.

¿Y qué haremos después?

¿Recuperaremos lo añorado y volveremos a encontrarnos?

¿Adónde iremos después de los recuerdos?

Kilómetros

>> viernes, 5 de junio de 2009


He pasado tantas horas en estaciones, aeropuertos, autobuses, trenes y aviones... No todo el mundo hace cinco mil kilómetros al mes para estar con otra persona. Y yo habría ido a la otra punta del mundo si me lo hubiera pedido...

¿Valió la pena? En su momento sí, que es lo que importa. Ahora... Ahora prefiero no pensar en ello porque si lo hago se borrarán los buenos momentos como la tiza en una pizarra.

En lo que va de año me he dedicado a hacer balance y cierre de años anteriores. Será que por fin me siento con fuerzas y con recursos y puedo pensar con fluidez y claridad después de dos años de barbecho.

*   *   *

Hoy lo que me apetecía era irme a La Alameda, sentarme en un banco o en la hierba y dibujar lo primero sobre lo que mi vista se posara más de cinco segundos. Pero empezó a llover y no pudo ser.

Llover... Lluvia... Llueve... Que familiar... Que ganas de salir a la calle, al parque que se ve desde la ventana de mi habitación, y dejar que el agua que cae y la de los charcos me empape completamente... Que ganas de salir corriendo sin pensar el recorrido, atravesar carreteras, caminos, campos, subir, bajar, saltar, y detenerme sólo cuando ya no pueda dar un paso más.

Me pregunto hasta dónde podría llegar...


"El éxito más allá del éxito"

>> miércoles, 3 de junio de 2009

Nunca he conseguido que mi alma se resignara a lo que poseía. Espíritu de cuestionamiento permanente, lejanía de metas, proyectos irrealizables, falta de consenso en el diálogo interno, ausencia de mesura onírica... Tal vez espero demasiado del futuro.

Trato de cultivar una visión lo más amplia y objetiva posible de mí misma, de mis posibilidades y aspiraciones y del exterior, pero siempre he tenido facilidad para orbitar en torno al mundo real. Lo difícil sería no hacerlo viviendo en una realidad epidérmica. (Aunque, contradictoriamente, soy muy realista).

Todos queremos el éxito, pero lo importante es "el éxito más allá del éxito". Breve pero pleno instante de introspección y análisis cuantitativo y cualitativo en el que sientes que TODO está en su preciso lugar. Eso es lo verdaderamente difícil y satisfactorio, esa es la auténtica odisea.

Creo que estoy demasiado desencantada de absolutamente todo como para aspirar a tener algo similar a ese momento. Ahora mismo el futuro es para mí un espacio vacío e indefinido. Lo bueno de eso, de algo vacío, es que todavía se puede utilizar el espacio desocupado. Sólo me falta hallar con qué ocuparlo.
Una de tantas hojas inicialmente en blanco que he colmado de palabras o dibujos. Sólo me falta inspiración.


Teoría del caos

>> sábado, 30 de mayo de 2009

Dormí con la ventana abierta debido al calor y, al despertar, el olor del amanecer me hizo recordar las mañanas de fin de semana que nos levantábamos temprano para ir a la playa. Durante un breve lapso de tiempo, mientras no me desperté del todo, pensé que era una de esas mañanas. Parecía que en cualquier momento mi madre iba a abrir la puerta de la habitación para decirme que me levantara y me preparara, que mi padre estaba a punto de llegar y teníamos que irnos.

Pero sólo fue la memoria olfativa jugándome una mala pasada. Lo único que había al otro lado de la puerta era la tensión incómoda de la particular teoría del caos de mi madre. Nuestro enfado inicial fue amplificado por habladurías y mentiras. El aleteo de la mariposa se convirtió en huracán.

¿Cómo puedo hacerle ver la verdad si en mí ve la mentira? No puedo evitar pensar que sólo se le caerá la venda de los ojos cuando suceda algo realmente trágico. Pero quizá sea demasiado tarde.

Será entonces cuando la culpable ría satisfecha por haber logrado su propósito, sea cual sea. Y será entonces cuando pierda los estribos y no me importen las consecuencias ni los daños colaterales.

¿En quién confiar?

>> jueves, 28 de mayo de 2009

¿Cómo alguien de tu propia familia en quien, supuesta y teóricamente, puedes confiar es capaz de mentir sobremanera y perjudicarte? ¿Con qué fin? ¿Qué pretende conseguir? ¿No se puede confiar ya en nadie?
Pues yo no puedo evitarlo, confío en las personas, al menos hasta que me defraudan, como es el caso. Pero no por ello pierdo la confianza en el resto.

Lo que sucede es que duele, que me siento burlada y utilizada para algún retorcido fin que no alcanzo a comprender.

Ahora me toca deshacer el entuerto, y el tópico de que todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario no es aplicable en mi caso. Parto de la culpabilidad. Y estoy cansada de tener que luchar siempre contra ese prejuicio y remontar marcadores negativos.

Hoy "mi familia" ha perdido a uno de sus miembros. Se ha ganado a pulso la expulsión. ¿Acaso ha perdido totalmente la cabeza? No. Yo no voy a buscar una coartada o razón psicológica que explique sus maldades. Simplemente lo ha hecho.

El ADN no es una garantía.

Cuando algo se derrumba

Cuando algo se derrumba no lo hace solo, van más piezas detrás. Es efecto dominó, efecto mariposa, efecto 2000, efecto stroop... Causa-efecto.

Es algo similar a chocar con una puerta de cristal. Camino hacia ella con decisión. No tiene el menor rastro de huellas, está tan limpia que parece que está abierta. Y de repente, algo impacta contra mí, o, mejor dicho, impacto contra algo que no he visto pero que está ahí.

El golpe me obliga a retroceder. Miro hacia atrás, hacia un lado, hacia el otro, a todas partes, para comprobar si alguien ha visto la escena. Algunas personas ríen, otras siguen indiferentes su camino y una se acerca, me pregunta si estoy bien y me ofrece ayuda.

Es curioso. Cuando se derrumba algo que sabía de antemano que era causa perdida, incluso me sorprende y desubica. ¿Por qué, si ya sabía que no era posible?

En este caso no es una puerta de cristal transparente lo que tengo delante, es un muro de hormigón opaco y visible a varios metros. Pero sigo adelante aun a sabiendas que el golpe me tumbará.
Así que aquí estoy, a unos metros del muro, pero sin detenerme ni cambiar el rumbo, hasta que llegue al punto de no retorno.

*   *   *

Una vez en el suelo, lo miraré dolida, me levantaré y trataré de escalarlo, pero no tendrá ningún saliente ni hueco al que agarrarme. Lo golpearé, pero no cederá. Le pediré que me deje atravesarlo, que al otro lado se encuentra lo que busco, pero me dirá que siempre ha estado ahí, que debería haber elegido otro camino.

Lo sé, pero algo me atrae de un modo irracional hacia un desenlace anunciado.

La gran batalla está en la mente

>> domingo, 24 de mayo de 2009


Mi mente es una guerra sin trinchera, a pecho descubierto y con las manos desnudas.

Turno de noche

>> sábado, 23 de mayo de 2009

Llegué al trabajo, como siempre, diez o quince minutos antes para cambiarme y recibir novedades. De nuevo horario nocturno, ya lo echaba de menos. Soy un poco murciélago.

Saludé a los de siempre.

-¡Hola! ¿Te ha tocado otra vez? Que bien. Bueno, con calma, ¿no? Aquí ya lo tienes todo bajo control...

Cogí la llave maestra y me dirigí al vestuario. Abrí la taquilla. Además del uniforme había un bote de café soluble por la mitad y una taza que dejé la última temporada nocturna.

Empecé el turno. Charlé un rato con el personal de tarde, que estaba a punto de terminar.

(Trabajando soy sorprendentemente sociable, no me cuesta entablar conversación. Serán los superpoderes que me otorga el uniforme que, aunque suene a marcianada, empiezo a creer que es así. Incluso en los peores momentos dejo los problemas colgados en la taquilla con mi ropa).

La única pega es que no estaba mi compañera habitual. Ella lo hacía fácil.

Había poca gente, parecía que iba a ser una noche muy tranquila... Sí, lo parecía, sólo lo parecía... Tenía la impresión de que algo iba a suceder y no me equivoqué. Por lo menos siempre es agradable y reconfortante poder ayudar a otra persona...

El camino a casa se me hizo pesado e incómodo, las calles estaban atestadas de madrugada. Al llegar preparé algo caliente. No había podido cenar debido a las incidencias. Me quedé un rato en la cocina para repasar el día, como solía hacer con este horario. Pero un recuerdo que no pertenecía al día que para mí terminaba y que para la gran mayoría estaba a punto de empezar, me sacó de la rutina.

Un beso, el recuerdo de un beso. Que oportuno. Parece que aun no te he olvidado. Es más fácil negarlo con el ruido y el trajín del día que con el silencio y la desnudez de la noche.

No te he olvidado, pero ya no te espero.

Me aburro...

Pasando el rato con papiroflexia...

       

Réquiem por un ángel caído

>> miércoles, 20 de mayo de 2009

La conocí hace varios años una noche con demasiado alcohol y ausente mesura. Era una chica inteligente, humilde y educada que siempre sonreía a la que se le quedó grande crecer y pequeña la ropa.

La vi vagar por calles y locales a horas poco afortunadas buscando en las sillas vacías de las barras de los bares a alguien que le ofreciera un whisky barato y un cigarro o a alguien que lo aceptara y le regalara un gesto cariñoso y una palabra amable. Pero la gente a la que atraía siempre quería cobrar esos detalles y ella tenía un problema, no sabía decir "NO" ni a la gente ni al alcohol.

Compartimos innumerables noches y días de resaca. Me contó sus sueños, eran parecidos a los míos. Me enseñó su cuerpo, lleno de cicatrices y recuerdos funestos. Era el mapa de su alma.

Una de esas noches conoció a un chico que bebía demasiado, pero no le pidió nada a cambio. Ella le dió lo que menos le importaba, su cuerpo, intentó quererlo y lo quiso, pero no supo amarlo.

Durante un tiempo le perdí la pista. Pensé que quizás al fin había encontrado ropa de su talla. Pero lo que hizo fue correr detrás de un espejismo en una ciudad extraña. Regresó con la misma ropa hecha jirones convertida en tiempo pasado.

La semana pasada, de madrugada, la encontré sentada en un banco, llorando. Había bebido y venía de la cama de algún extraño. Intenté ayudarla pero dijo que la olvidara, que ella misma lo había buscado y ya estaba condenada, no había cura para su enfermedad.

Se me empañaron los ojos, me levanté y seguí mi camino sin mirar atrás. Oí un aleteo y alcé la vista. Sólo vi una pluma que descendió hasta caer delante de mis pies.


Bed of roses

>> martes, 19 de mayo de 2009

No sé qué te ha pasado en los últimos meses, lo único que he percibido las escasas veces que te he visto en lo que va de año es a una persona que se ha rendido. Ya sabes, impresiones. En nuestro caso casi siempre equivocadas...

Dices que estás bien, que no necesitas nada y, aunque no me lo creo, poco puedo hacer ante esa actitud. Sé que hay situaciones en las que la única persona que puede ayudarte eres tú misma. Lo sé, lo respeto y lo comparto. Pero me entristece que las buenas personas se pierdan en su propia "bondad". No querer molestar a los demás con tus problemas es una pobre excusa. Quizás lo que te falte sea valor para quitarte el traje de "superwoman" y dejar que vean quién y cómo eres, que vean tu realidad. La misma que maquillas cada mañana antes de ir al trabajo y a la que regresas cada noche de insomnio cuando nadie puede verte ni oírte. Quizás lo que te sobre sea pudor.

No me malinterpretes, soy la primera que lo hace. Como he dicho antes, son sólo impresiones.

Te pido disculpas si mis actos o mi no-acción han influido negativamente en tu estado, sea cual sea. A veces, aunque nos importe una persona, estamos ocupados y distraídos mirando a uno u otro lado y necesitamos un toque de atención.

Me consta que lees mi blog aunque no comentes nada, así que aquí te dejo esto. Espero que no te moleste la forma de transmitir el mensaje ni el contenido del mismo. Va con todo mi cariño y agradecimiento.




Quizás he sido un poquillo mala al poner esta canción... ;P