Un tejado y un hombre sobre una escalera

>> martes, 14 de octubre de 2014



A veces el universo te pone delante todo lo que necesitas, pero depende de ti saber verlo y aprovecharlo. Es como necesitar subir a un tejado y no saber cómo y ver al lado a un hombre arreglando algo sobre una escalera; o como ir al supermercado con el dinero justo para dos cajas de café porque ha sido un mes difícil a nivel económico y, al pasar por caja, te diga la cajera que, si llevas tres, pagas sólo dos. ¿No irías corriendo a coger la tercera caja?
 
Siempre nos encerramos en lo malo y no vemos que a veces el problema viene con la solución por la parte de atrás de la hoja o en la última página.
 
Hoy me he despertado y ha sido como si me hubieran revelado una verdad universal; de repente he sido consciente de algunos de esos momentos en los que tenía delante de las narices lo que necesitaba y no supe verlo.
 
 

Actuar

>> lunes, 3 de febrero de 2014



Hay temas sobre los que no me gusta hablar y menos aquí, en este pequeño rincón conceptual de mi alma, pero hay cosas que piden a gritos ser nombradas. No me gusta hablar de política ni me gusta la política, por ejemplo; me parece una “profesión” inventada en los albores de la civilización por individuos oportunistas llegados al poder para dominar a las masas aborregadas, porque el ser humano siempre ha tendido a divinizar carne y huesos y a imponerse líderes. ¿Por qué dejamos que una persona, o unas pocas, dirijan nuestras vidas como si fueran dioses? No voy a entrar en ideologías políticas, no tengo ganas de perder mi tiempo, porque todas me parecen una sarta de mentiras moralistas que lo más lejos que han llegado ha sido a una lista en un papel. Porque también tendemos a desvirtuar y corromper las cosas y, aunque quizás en un principio la intención era buena, la esencia se perdió por el camino.

Pero no es sólo la política lo que va mal, el mundo entero cruje como una piedra en el desierto al anochecer. La maldad prolifera, se extiende como la peste. Personas mediocres y mezquinas hacen de la vida supervivencia. Por suerte hay personas buenas, con valores y principios, que quieren hacer las cosas bien pero, en este planeta, hacer las cosas bien no tiene premio. Y digo planeta, sí, no país, que ya estoy harta de que se icen banderas; olvidamos que estamos todos en el mismo barco, un barco azul moribundo que estamos agotando y destruyendo y, cuando eso ocurra, darán igual los países y los intereses políticos. Señorxs, el Universo no entiende de leyes humanas, todos vamos a morir, todo tiene un principio y un final, ¿por qué complicar tanto la existencia fugaz de una raza? Al fin y al cabo llevamos un suspiro en este mundo comparado con, por ejemplo, nuestro Sol —y cuanto daño hemos hecho ya—. Seguro que algun@s creen que son más importantes que una estrella que lo único que hace es dar luz y calor, pero sin ella no podríamos vivir y, en cambio, sin algun@s sinvergüenzas, viviríamos mucho mejor.

Y desde aquí, con todo mi respeto, por supuesto, hacia su opinión, también quiero decir a los que convocan manifestaciones y juzgan a los no participantes alegando que protestan por todos: no me pidáis que me levante del sofá para peregrinar como un rebaño guiado por pastores de casco y escudo con las manos atadas, mientras gritáis y esgrimís pancartas que acabarán, sin más gloria, en la basura; no me pidáis que me levante del sofá para ocupar una plaza o una calle y molestar a las personas equivocadas, los responsables están demasiado lejos como para que les moleste; no me pidáis tampoco que me levante del sofá para hacer otra cosa que no sea intentar vivir mi vida como buenamente las circunstancias me permitan, porque no haré el esfuerzo. El día que decidáis actuar y hacer algo útil en lugar de perder la fuerza por la boca y el tiempo en lugares y métodos equivocados, el día en el que todo un pueblo se levante con la determinación de quien lucha por algo más elevado que su propio pan para derrocar a ídolos de oro, ese día me levantaré del sofá.

Es hora de actuar. Y no sólo a nivel global, también a nivel personal, en lo pequeño y cercano. Hay que decidir cambiar, hacer las cosas de forma diferente, al fin y al cabo, l@s que establecieron los “limites” eran personas humanas, como tú y como yo, pudieron equivocarse.

Sinceramente, yo me preocuparía más por hacer que mi humilde existencia valga la pena por mis actos, por haber contribuido a un mundo mejor, aunque parezca que no sirve para nada. Haré lo que considere oportuno en cada momento independientemente de que me digan que una persona no marca la diferencia; para mí y mi conciencia la marca, porque si todos pensáramos así, nunca se haría nada. Y quiero creer que todo este tinglado cósmico tiene un fin elevado y todo lo que hacemos trasciende, porque sino...


Rutina II

>> sábado, 28 de diciembre de 2013



Las buenas costumbres se van perdiendo, la rutina se acomoda en tu regazo y poco a poco dejas de hacer todo lo que te hacía sentir viva. Los días transcurren como un cuadrante laboral, nada se sale de la cuadrícula ni nada te saca de ella. Ya no sabes si quieres lo que tienes, pero no eres lo suficientemente valiente para arriesgarte a dejarlo ir por si descubres que te has equivocado. El pulso ya no se acelera ni se eriza la piel, sólo quedan deseos de futuro, pero eso ni siquiera existe todavía ni sabes si existirá. Ya no sabes si echas de menos momentos pasados o si echas de menos ese mañana que nunca llega, pero que al mismo tiempo es la chispa que enciende la ilusión y la esperanza y hace que te sientas viva por la posibilidad de que suceda.

A veces las cosas por las buenas no funcionan, a veces hay que romperlas, lanzarlas con toda la fuerza que la rabia contenida hasta ahora en tus entrañas te dé. A veces, para encontrarte, tienes que tirar la brújula al suelo y pisotearla para hacer añicos el cristal y doblar la aguja hasta que deje de girar y, en lugar de respirar hondo para recuperar el control, hay que soltar el aire de golpe en un grito que te rasgue la voz. A veces hay que cortarse el pelo como nunca lo habías hecho, sin importarte espejos ni tendencias, para volver a reconocerte... Sólo a veces.


Límites

>> martes, 18 de junio de 2013



El ser humano siempre poniéndose límites. Le pone límite a lo que ve y a lo que no ve, a lo material y a lo inmaterial, como si al ponerle límite cupiera dentro de su cabeza, pero es demasiado pequeña para que quepa un universo. Le pone límite a los países colocando fronteras entre ellos aunque sean de la misma tierra; le pone límite a la libertad, a la dignidad, al respeto, a la educación… Limita la forma de vestir con tendencias y protocolos; limita el valor de una persona con prejuicios y baremos capitalistas…

Hay límites racionales y necesarios inherentes a la convivencia y a una sociedad inteligente en evolución, pero otros sólo sirven para aborregar y convertir la existencia en una estadística y en una cárcel mental. Y lo triste es que el ser humano necesita límites para ser humano y la vida sería maravillosa si no fuera por nosotros y el mundo que hemos creado. No es malo actuar de forma diferente a lo establecido siempre que sea con coherencia, respeto y bondad hacia los seres con los que cohabitamos.

Las posibilidades son infinitas y no porque algo se haga de una forma determinada está bien hecho. Improvisemos, probemos, cambiemos, expandámonos, ocupemos con nuestra mente el espacio que nos rodea... En definitiva, VIVAMOS, no sólo existamos.


Noches

>> domingo, 24 de marzo de 2013



Las mañanas han desaparecido tras un teléfono y un coche amarillo; no hay zumos de naranja con café y tostadas con mantequilla y mermelada; sólo quedan escasas horas de luz en frías y lloronas tardes de invierno y noches, sobre todo noches. Noches de lluvia, niebla o nieve que chocan contra el parabrisas y el ánimo; noches de rabia y sueño contenidos que se tragan el día siguiente y la vida.