El cuento del leñador
>> sábado, 4 de julio de 2009
"Había una vez un leñador que se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno, y las condiciones de trabajo, mejores aún, así que el leñador se propuso hacer un buen papel.
El primer día se presentó al capataz, que le dio un hacha y le asignó una zona del bosque. El hombre, entusiasmado, salió al bosque a talar. En un solo día cortó dieciocho árboles.
-Te felicito, sigue así -dijo el capataz. Animado por estas palabras, el leñador se decidió a mejorar su propio trabajo al día siguiente. Así que esa noche se acostó temprano.
A la mañana siguiente se levantó antes que nadie y se fue al bosque. A pesar de todo su empeño, no consiguió cortar más que quince árboles.
-Debo estar cansado -pensó. Y decidió acostarse con la puesta del sol.
Al amanecer se levantó decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin embargo, ese día no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete, luego cinco, y el último día estuvo toda la tarde tratando de talar su segundo árbol.
Inquieto por lo que diría el capataz, el leñador fue a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se estaba esforzando hasta los límites del desfallecimiento. El capataz le preguntó:
-¿Cuándo afilaste tu hacha por última vez?
-¿Afilar? No he tenido tiempo para afilar: he estado demasiado ocupado talando árboles".
El primer día se presentó al capataz, que le dio un hacha y le asignó una zona del bosque. El hombre, entusiasmado, salió al bosque a talar. En un solo día cortó dieciocho árboles.
-Te felicito, sigue así -dijo el capataz. Animado por estas palabras, el leñador se decidió a mejorar su propio trabajo al día siguiente. Así que esa noche se acostó temprano.
A la mañana siguiente se levantó antes que nadie y se fue al bosque. A pesar de todo su empeño, no consiguió cortar más que quince árboles.
-Debo estar cansado -pensó. Y decidió acostarse con la puesta del sol.
Al amanecer se levantó decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin embargo, ese día no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete, luego cinco, y el último día estuvo toda la tarde tratando de talar su segundo árbol.
Inquieto por lo que diría el capataz, el leñador fue a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se estaba esforzando hasta los límites del desfallecimiento. El capataz le preguntó:
-¿Cuándo afilaste tu hacha por última vez?
-¿Afilar? No he tenido tiempo para afilar: he estado demasiado ocupado talando árboles".
3 Leitmotivaciones:
Mmmmmm, sí, habría que reservar un momento para afilar ese hacha.
Biquiños, cielo.
Pues alé.., habrá que decirle al leñador que paré un segundo.., que afile ese hacha y ya verá como deja el bosque sin árboles.
Como siempre el post, me ha dado que pensar..., buena semana... ;)
Un beso :)
La verdad es que se ha notado tu ausencia, eh!!
¿Todo bien?, con lo que sea, me das un ENTER y estoy en un suspiro, ¿vale?
Un besazo ;)
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