Némesis

>> miércoles, 11 de agosto de 2010



¡Sal de ahí! ¡Vuelve aquí ahora mismo! le ordené.

Ignoró mis palabras y continuó saltando de un punto a otro de forma aleatoria. Sacudí la cabeza y suspiré con resignación. Nada lograba frenar por mucho tiempo el nocivo viaje que mi mente había emprendido; se había propuesto machacarme.

Retrocedió hasta un lejano recuerdo de los primeros años de mi infancia, rodeada de verde y sol; llevaba en la mano unos pequeños juguetes que mi padre me había hecho de alambre. Recordé el olor a madera recién cortada, campos cubiertos de nieve con pisadas de animales salvajes, jugar con los perros, el olor a verano en la piel...

Pero fue una simple treta, una estratagema para que bajara la guardia y asestarme una bofetada en la cara con la siguiente parada en mi recorrido vital. Me llevó varios años atrás, a una adolescencia conflictiva, intoxicada de antidepresivos y tranquilizantes y complicada con alcohol. La lista de pecados todavía pesa.

El siguiente salto me empujó hasta la ruptura; el polémico final de una relación de varios años por la que lo dejé todo, quizá demasiado para ser yo.

¿Y ahora qué? ¿Con qué recuerdo sin conexión aparente enlazaría ahora? Pero no fue un recuerdo lo que surgió, fue un pensamiento de futuro. Hay una fecha que marcará un antes y un después, y mi mente lo sabe. Pese a eso, pese a todo, la vida sigue, lo sé, por supuesto que lo sé, y soy la primera que quiere ver el mañana, pero será una vida inerte hasta que logre guardarla en un cajón de mi memoria, o de lo que quiera que sea esa parte de mí que siente y se tortura entre cuatro paredes de recuerdos gráficos, sonoros, palpables, desnudos...

Lo he dicho ya de mil formas y me lo he repetido otras tantas, pero eso no hace que me acostumbre a ello. Y mil veces me he rendido ante la ausencia para rebelarme el mismo número de veces contra la idea de abandonarme a la deriva de dos continentes entre los que un océano se expande. Por ahora no hay consuelo posible fuera ni dentro de mí, y floto en ese espacio exterior e interior sin órbita. Últimamente los recuerdos están más presentes que el ahora o el después, me confundo con facilidad y pierdo el tiempo en tiempos perdidos.

El viaje retrospectivo siempre hace que sienta que no soy una buena persona. Quizá comparo y cuestiono demasiado y, en lugar de adoptar una posición pragmática, doy giros de 360 grados. Y otras veces me falta determinación para posicionarme.

El último salto me llevó justo hasta aquí, hasta este momento, hasta esta palabra. Todos y cada uno de los momentos me han llevado a enfrentarme a mi némesis, a ese enemigo que vence utilizando nuestras debilidades, no su fortaleza.