Cuando algo se derrumba

>> jueves, 28 de mayo de 2009

Cuando algo se derrumba no lo hace solo, van más piezas detrás. Es efecto dominó, efecto mariposa, efecto 2000, efecto stroop... Causa-efecto.

Es algo similar a chocar con una puerta de cristal. Camino hacia ella con decisión. No tiene el menor rastro de huellas, está tan limpia que parece que está abierta. Y de repente, algo impacta contra mí, o, mejor dicho, impacto contra algo que no he visto pero que está ahí.

El golpe me obliga a retroceder. Miro hacia atrás, hacia un lado, hacia el otro, a todas partes, para comprobar si alguien ha visto la escena. Algunas personas ríen, otras siguen indiferentes su camino y una se acerca, me pregunta si estoy bien y me ofrece ayuda.

Es curioso. Cuando se derrumba algo que sabía de antemano que era causa perdida, incluso me sorprende y desubica. ¿Por qué, si ya sabía que no era posible?

En este caso no es una puerta de cristal transparente lo que tengo delante, es un muro de hormigón opaco y visible a varios metros. Pero sigo adelante aun a sabiendas que el golpe me tumbará.
Así que aquí estoy, a unos metros del muro, pero sin detenerme ni cambiar el rumbo, hasta que llegue al punto de no retorno.

*   *   *

Una vez en el suelo, lo miraré dolida, me levantaré y trataré de escalarlo, pero no tendrá ningún saliente ni hueco al que agarrarme. Lo golpearé, pero no cederá. Le pediré que me deje atravesarlo, que al otro lado se encuentra lo que busco, pero me dirá que siempre ha estado ahí, que debería haber elegido otro camino.

Lo sé, pero algo me atrae de un modo irracional hacia un desenlace anunciado.