Aquí, ahora

>> martes, 11 de septiembre de 2012



Cuando lo tuve todo, no supe verlo, disfrutarlo y cuidarlo, pero creo que he aprendido a hacerlo aunque no lo tenga todo, porque tampoco lo necesito. Porque sé que la situación no es perfecta, a veces cuesta sonreír, pero no busco la perfección. Porque ahora es el momento, llevo toda mi vida aprendiendo para esto, para el presente, efímero y constante, que cada segundo se renueva y continúa hasta que el tiempo se agote y se quede sin nombre. Aquí, ahora, soy feliz; pese a todo, gracias a todo.


Epifanía

>> lunes, 4 de junio de 2012



Llega un momento en el que te despiertas y parece que tu vida ha cambiado radicalmente de la noche a la mañana, no la reconoces como propia, no te reconoces en la rutina y a veces tampoco en el espejo. Pero en realidad el cambio ha sido tedioso y lento como la deriva continental. Entonces, en medio del ruido y el trasiego, mientras miras absorta al infinito, tienes una epifanía existencial y la vida pasa por tu retina. Hay tanto que cambiar, que mejorar, tanto por hacer... Sin darte cuenta lloras sin saber exactamente por qué, tal vez por todo y tal vez por nada. Sólo tienes ganas de vivir con mayúsculas y entre signos de admiración, y quieres hacerlo bien, quieres dejar huella en la roca y en el asfalto, en las mentes y en los corazones. Y te das cuenta de que quieres compartir esa vida con las personas que la orbitan y que merecen saberlo; al igual que tú mereces darte la oportunidad de decírselo.


Rutina

>> viernes, 27 de abril de 2012



Levantarme por las mañanas se ha convertido en algo que me gustaría aplazar hasta encontrar un motivo para hacerlo. La lluvia en la ventana y el frío en los centímetros de piel que se descubren al cambiar de posición, hacen que apure hasta el último segundo entre las sábanas antes de volver a la rutina de cama y trabajo y a la ausencia de vida más allá del ordenador. Hundo mi cabeza en la almohada sin la esperanza de que esa realidad tajante sea el sueño recurrente del que despertar y a sabiendas que esos “cinco minutos más” se han tomado el café que ya no me da tiempo a saborear.

Después de asear mi desidia salgo a la calle vestida con auriculares, porque con banda sonora esta vieja ciudad luce más «vintage». Imagino que, en lugar de ir a trabajar o a cualquier otra cita impuesta, viajo en un descapotable azul por cualquier carretera que lleve al atardecer; pero ese horizonte se reduce a píxeles y a recuadros sin tachar en listas arrugadas en el fondo de una papelera.

Los días son una canción con «repeat», los años una vida perdida y aséptica vivida a través de intermediarios, con la única emoción de lo que está por venir y nunca llega, de la esperanza que dicen que es lo último que se pierde, aunque antes pierdas la cabeza.


Mi lugar

>> viernes, 9 de marzo de 2012



Recuerdo un lugar al que iba cuando era niña. Iba cada tarde al salir del colegio y los fines de semana. Había una casa en un árbol y tardes de acampada en la montaña; había paneles de naves espaciales con cientos de botones y vecinos extraterrestres; había un cometa brillando en el cielo mientras se alejaba en el espacio; había sueños posibles y la inmortalidad para cumplirlos… Ese lugar no estaba en un punto geográfico concreto, era mi lugar conceptual, el mundo que me gustaría que existiera, que me gustaría crear, un rincón dentro de mí que me conectaba con el universo.

Recuerdo esa sensación. Todo era posible todavía, todo estaba por ver. Era una chiquilla llena de temores y reflexiones, pero, sin embargo, uno de los recuerdos más recurrentes es esa burbuja de paz que me mantenía viva por dentro. Y ahora, años después, quiero volver a ese lugar. Tal vez porque nunca dejé de ser esa niña asustada o tal vez porque por dentro me siento como una estrella moribunda en un universo que sigue evolucionando sin mí.


Nebulosa mental

>> domingo, 22 de enero de 2012



Me siento extraña. Como si acabara de aterrizar sobre este planeta o como si acabara de tomar conciencia de mí misma; con la inseguridad que produce no reconocerse en los recuerdos.

A veces me siento como si viera el universo sentada en una estrella. Aparto nebulosas con las manos, le grito a los planetas esperando respuesta, me sacudo de la ropa el polvo de los cometas… Me vuelvo a maravillar y emocionar como la niña que fui; o como el recuerdo que tengo de lo que fui.

Otras veces —la mayoría—, me siento como si fuera un ser diminuto en un mundo de gigantes. Como si siempre llegara tarde a todo lo que hago o todo el mundo fuera más rápido, precisamente porque son más grandes y dan pasos más largos o porque conocen atajos.

La cuestión es con qué decido quedarme... El universo seguirá ahí cuando los gigantes se hayan ido.