Branquiago

>> domingo, 28 de febrero de 2010


¿Quién sería el genio borracho de licor de café que dijo que la lluvia en Santiago era poesía? Alguien que, sin duda, no vive aquí, al que le dedicaría un poético comentario cada día durante cuarenta días con sus cuarenta noches.

Así que ahí iba yo caminando por la calle en la hora libre entre un turno y otro, con mi paraguas y protegiendo mi kebab, mientras mascullaba entre dientes bajo la lluvia y pensaba que Noé tuvo que vivir en Santiago. En lugar de visitas a la ciudad en tren turístico tendrían que hacerlas en un arca. Nuestro reclamo no sería la catedral, sino el arca. El Arca de Branquiago, el orgullo de los branquiagueses.

Y, de repente, cuando creía que ya estaba empapada, un mamonazo pasó con su flamante bólido a más del doble de la velocidad permitida en una zona limitada a veinte, proyectando el agua que anegaba la calzada sobre los peatones que pasaban por allí (o sea, yo). Como si no tuviéramos suficiente con lo que cae del cielo... Ya se sabe que cuanto mayor es la cifra del valor del coche menor es la del cociente intelectual y emocional (por no hablar de medidas físicas...).

Energúmenos como ese son el eslabón perdido en la transformación y diversificación de las especies entre los que salieron del mar y les crecieron patas al retroceder las aguas en estas tierras de diluvio jacobeo y el homo sapiens. Mas bien se quedaron a medio camino, en una mezcla entre vertebrado con aletas (por el volumen craneal) y homo erectus (no precisamente por caminar erguidos).

Y después de imaginarme como la vaca de "Twister" intentando llegar del trabajo a casa después de tanta alerta roja por la ciclogénesis explosiva, parece que ha pasado de largo y tengo que ir a trabajar. Ya parece la gripe A... En fin... Otra vez será.


...

>> domingo, 7 de febrero de 2010

Quizás este espacio nunca debió existir… Quizás tenía que existir… Ya no lo sé… No sé si seguirá existiendo, si finalizará aquí o incluso si desaparecerá completamente. Pase lo que pase ha sido un placer leeros y que me hayáis leído.

Creo que todos hemos tenido momentos en los que nos gustaría romper con todo, empezar de cero, pero no solemos hacerlo, al menos no de forma radical. Para mí es uno de esos momentos. Y no sólo me gustaría darle un cambio a mi vida, sino desaparecer a los ojos del mundo que sabe de mi existencia, borrar cualquier rastro de lo que he sido y de lo que soy porque he caído estrepitosamente. Deberíamos vivir dos veces…

Por suerte o por desgracia no puedo borrar la huella que he dejado en las personas que han pasado por mi vida, no puedo acceder a sus recuerdos como si fuera una carpeta de un disco duro y eliminarla para siempre. Así que supongo que aunque cambiara de nombre, de país, de vida, siempre quedaría algo de mí, en mayor o menor medida, en l@s que me conocen. Me pregunto si logro aportar algo bueno a las personas que me rodean o a mí misma, me pregunto qué pensarán, me pregunto si me recordarán cuando no esté y qué recordarán de mí… Para enseñar, para aportar algo, hay que aprender previamente, hay que hacer algo bien... Y yo no soy maestra de nada.

Quiero romper con todo porque es así como me siento, rota por dentro. Quiero volver a soñar, pero los sueños nunca se hacen realidad.


Malas noticias II

>> martes, 2 de febrero de 2010


Que mi puesto de trabajo se vea amenazado por mentiras no me cabrea... Lo siguiente. Y si a esto le agrego la presión de que despidieran a mi madre la semana pasada y el cuadrante esquizofrénico de este mes, simplemente empiezo a tener brotes misántropos, deseos homicidas y ganas de descabezar a mi jefe, aunque esto último sería algo redundante. Nada serio, vamos... Sólo está en juego mi salud mental y física.

Pero pase lo que pase tengo la conciencia muy tranquila porque sé que he hecho bien mi trabajo y que no me han regalado nada. He hecho incluso más de lo que me tocaba. Pero las injusticias y la ausencia de profesionalidad y confianza en el rigor del trabajo bien hecho matan cualquier intento de conformidad y satisfacción.

Llamada de mi jefe, el 'premio nobel':

-Mi jefe: soy yo, el pesado de siempre...
-Mini: miedo me das... ¿Qué me quieres pedir?
-Mi jefe: necesito que mañana me hagas un favor, que no tengo a nadie más disponible...
-Mini: sí, ya... Como siempre... Qué quieres que te diga a parte de 'no'...
-Mi jefe: bufff... (Silencio)... Estoy intentando pensar...
-Mini: pero eso no quiere decir que lo consigas.