Antimateria

>> lunes, 28 de junio de 2010


   anti.
(De anti-).
1. adj. Opuesto o contrario. U. t. c. s.
   anti-.
(Del gr. ἀντι-).
1. pref. Significa 'opuesto' o 'con propiedades contrarias'. Anticristo, antipútrido.
   antimateria.
1. f. Fís. Materia compuesta de antipartículas, es decir, aquella en la cual cada partícula ha sido reemplazada por la antipartícula correspondiente.

En Cosmología teórica, es lo opuesto de la materia: las partículas tienen carga eléctrica opuesta a la normal. Un átomo de antimateria, en lugar de protones (positivos), tiene antiprotones (negativos) y, en lugar de electrones (negativos), antielectrones o positrones (positivos).

Según esta teoría, si pudiéramos crear antimateria para la tristeza, para el odio, para el miedo… tendríamos siempre un opuesto que luchara contra los malos sentimientos. No tendríamos nunca un mal día, estaría siempre equilibrado.

Pero cuando una partícula y una antipartícula entran en contacto, se produce el fenómeno de la aniquilación: la materia se transforma en energía. Así que al coger los sentimientos y los antisentimientos y hacerlos colisionar para que se aniquilaran y transformaran en energía o para que toda esa energía se transformara en materia, teóricamente dejarían de existir, al menos tal y como los conocemos. Ya no tendríamos ni el sentimiento ni el antisentimiento. Esa liberación de energía podría transformarse en un agujero negro que lo absorbería todo sin mesura, convirtiéndonos en un recipiente vacío; o quizá sería un big bang emocional, un nuevo comienzo, y nos contraeríamos y concentraríamos hasta el límite para luego explotar y expandir nuestra energía en todas direcciones y crear de nuevo nuestro propio universo.


Wichi

>> miércoles, 16 de junio de 2010

Me complace presentaros... Es un honor para mí... Mmm... Demasiado formal para presentar algo tan espontáneo como el blog que Any y yo hemos ideado, gestado y dado a luz entre risas, carcajadas y mandíbulas desencajadas.

Este pequeñín se llama:


Esperamos que crezca rodeado de tod@s vosotr@s (pinchad en la imagen y os llevará a él).

Fotograma

>> domingo, 13 de junio de 2010


Me siento como si me hubieran apretado el corazón hasta dejarlo sin sangre que bombear en su interior.

Cuando me desperté y abrí los ojos todo había cambiado. Me levanté después de dejarme vencer por la desgana un buen rato, aunque ya había dado por perdido el día. Me duché y vestí unos vaqueros viejos y raídos, camiseta blanca y las zapatillas que tenían más pasos bajo sus suelas. Me sentía como mi atuendo: rota, en blanco y desgastada. Mi estómago reclamaba alimento, pero prefería ignorar sus gruñidos y pensar que el vacío que sentía era por no haber probado bocado en todo el día. Coloqué el reloj en mi mano derecha y, al comprobar la hora, vi que se había parado. Parecía que el tiempo también había querido detenerse en ese instante.

Salí a la calle. Las aceras estaban resquebrajadas y las losetas flojeaban con cada paso. Un coche aparentemente abandonado al paso del tiempo agonizaba al lado de la acera, oxidado y con cables que salían del ausente parachoques. Hice el mismo recorrido de siempre, pero las calles esta vez parecían más sucias y viejas. Había papeles en el suelo y las paredes de los edificios exhibían pintadas medio borradas y casi ilegibles. A medio camino de ninguna parte, decidí regresar, no tenía sentido caminar sin rumbo. Otra vez las mismas calles, las mismas casas, la misma gente desconocida y borrosa. Era un día de sol, lo cual era de agradecer, pero no se veía como tal. Ya no importaba el clima, el panorama era lineal y repetitivo, una película congelada en el fotograma de la despedida y la ausencia.

Al llegar de nuevo a casa me di cuenta de que lo que había cambiado era precisamente un fotograma, lo habían cortado y habían vuelto a unir la cinta, pero no encajaba, faltaba algo.

Cortar y pegar no servía, tendría que volver a empezar.


¿Arte? ¿O harta?

>> lunes, 7 de junio de 2010


¿Por qué algo que sólo hace ruido puede llamar tanto la atención?

Me explico… Soy la responsable (o irresponsable, que por mí como si arde, pero conmigo fuera) de una exposición de arte contemporáneo chino que se ha inaugurado hace poco en mi ciudad. Aunque llamarle arte es mucho decir, un espantapájaros o un muñeco de plastilina hecho por un niño son más artísticos. Hay una frase que dice: “el arte es arte cuando quien lo contempla no se queda indiferente”. Discrepo. Tampoco te quedas indiferente si ves a alguien lanzándose de una azotea, pero no piensas “oh, que arte” por mucho estilo que tenga saltando.

La polémica comenzó con el lugar que acoge dicha exhibición, una iglesia desacralizada que se utiliza como sala de exposiciones, y algunas obras no van muy acordes con la “decoración”, dando pie a las consiguientes quejas y caras de asombro.

Lo que sigue es la falta de gusto, visión y talento de los autores. O quizás el auténtico propósito sea reírse de unos cegatos que van de entendidos y visionarios, que contemplan y alaban el fruto de golpearse la cabeza en la bañera o del abuso de sustancias psicotrópicas, como el esmalte que cubre algunos de los esperpentos que cuelgan de las escandalizadas paredes, las cuales, si pudieran, seguro que subirían las faldas y saldrían huyendo. Yo lo haría.

La cuestión es que una de esas joyas irreemplazables (por suerte) es interactiva: una proyección con unos paneles en el suelo que, al pisarlos, generan un sonido muy molesto y con el suficiente volumen para crisparme en la otra punta de la sala. Que pisen el 80% de las visitas no es lo molesto, lo es el padre petardo con los niños que, haciendo gala de sus dos cifras escasas de cociente intelectual, pisa de forma repetida. Como si esperara obtener resultados distintos aún viendo que las últimas diez veces no ha sucedido nada diferente, e insta a los aprendices de orangután a hacer lo mismo.

Estaba pensando en dar cuatro pinceladas a un lienzo y colgarlo con un cartelito explicativo con caracteres chinos al lado… Seguro que esos tan doctos en la interpretación del significado profundo de las obras de arte veían algo metafísico.

Luego están los que meten las manazas en todo. ¿Acaso en el Museo del Prado vas manoseando los cuadros para comprobar su textura? (Un segundo, voy a darme una colleja por semejante comparación…). Pero el caso es que, evidentemente, no se pueden tocar las obras… perdón, los esperpentos artísticos (o espelpentos altísticos).

Casi olvido a otro espécimen que abunda en zonas turísticas: el que empuja la puerta pese a estar cerrada, y cuando le informas de que está cerrado al público, te mira con incredulidad y asombro y te pide explicaciones. ¿Será que en su casa no tiene puertas? ¿O que se perdió el capítulo de Barrio Sésamo en el que explicaban la diferencia entre abierto y cerrado?

Y para rematar, los que acribillarían a preguntas hasta a una columna con uniforme. Para esos casos he aprendido a improvisar y a soltar un rollo lleno de información irrelevante que sacia sus inquisitivas caras y me hace quedar bien. Incluso cambio de idioma según las exigencias del guión… Es una pena que eso no lo vean mis jefes, soy un diamante en bruto… o embrutecido, depende del mayor o menor grado de desgaste de mi paciencia.

Vaya fauna la de este reino animal...