Mordaza y grilletes

>> lunes, 10 de enero de 2011


Hoy me he roto un poco más, igual que todos los días desde hace un tiempo, cada día un poco más. No sé si me siento así porque todo se tambalea o soy yo la que se tambalea y lo proyecta al exterior. No sé hasta cuándo aguantará la estructura. Angry Birds lo define muy bien.

Las palabras pesan, pesan como enormes bolas de nieve que se van haciendo más grandes a medida que las empujas. ¿Me sentiría mejor si en lugar de empujar esa bola cuesta arriba lo hiciera montaña abajo y la lanzara sin preocuparme de a quién se lleva por delante, aunque me llevara con ella? Supongo que le doy demasiadas vueltas, a la bola de nieve y a las palabras, como para soltarlas sin más…

Hay días en los que no puedo estar con nadie, ni siquiera conmigo misma, pero no puedo huir de mí. No me preocupa estar sola, lo que me preocupa es no ser capaz de hacerme compañía. Antes funcionaban los maratones de series, pero ya no; antes funcionaba la satisfacción del trabajo bien hecho, pero ya no sé si lo hago bien. Antes, antes… antes y después… después de todo ese antes, ahora, sólo me apetece pensar en que quizá después estaré mejor. Ya sé que para conseguir eso tengo que actuar. ¿Qué voy a hacer con mi vida? Buena pregunta. No lo sé. Ahora mismo, sobrevivir, quizá después vivir. Por suerte o por desgracia sigo teniendo la ingenua idea de que haré algo que me llene, algún día. Sigo teniendo la ingenua idea de que hay un lugar para mí, un cometido, una razón; un reino conceptual alojado en mi interior que quizá conquiste y gobierne algún día. Tiene que ser algo similar a resolver un Cubo de Rubik, aunque añadiéndole la dimensión emocional no visible, en lugar de la temporal del hipercubo. La vida es como un hipercubo, un hipercubo de Rubik.

Hace algunos días llegué a casa después de una de esas noches que me gustaría extender hasta los límites del tiempo, una de esas noches en las que me quedo muy quieta, como si eso detuviera también el tiempo, por temor a que un movimiento brusco ahuyente a las horas y a la oscuridad y con ellas huya mi alma en busca del ayer en el hoy. En esos momentos los sentimientos, buenos y malos, se amplifican, como si fuera una visión en 3D de cada pixel emocional. El dolor se enquista y utiliza su memoria celular para recordarme el daño que nos hemos hecho mutuamente. Pero también sucede que la voluptuosidad deja paso a un electrocardiograma plano, sin latido, sin acción ni reacción ante nada, lineal, indiferente y apático.

Así es como me siento la mayor parte del tiempo: con la vida adormecida, en espera, ausente. Intentando gritar con una mordaza en la boca y acariciar con las manos engrilletadas a la espalda.


3 Leitmotivaciones:

Veo Visiones 10/1/11 17:10  

Siempre he dicho que la vida son etapas. Las hay buenas y las hay no tan buenas, que no malas. Y no son malas porque te enseñan, te hacen crecer, te hacen ver lo que no quieres que pase en tu vida, lo que quieres desechar y con lo que te quieres quedar. El cometido o el fin que buscas, seguro que llega cuendo menos pienses en ello y cuando menos te lo esperes, ya lo verás.

Besos!!

Juan 11/1/11 09:14  

Creo que de ingenua no tienes nada, estas pasando por un momento donde todo tu alrededor que tenias construido se derrumba, pero sabes? vuelta a empezar, o no te ves lo suficientemente capaz como para hacer el cubo de rubik? de eso y de todo ya te lo digo yo. El tiempo pasa y ya veras como todo mejora. Un superbesazo de @nimo.

Menestra 12/1/11 23:52  

Sabes? Creo que dejar caer la bola sería la solución más fácil, además se engordaría más y más... Tal vez la cuestión sea al principio mantenerla donde está, y mientras buscar un método para subirla que te ayude a soportar el esfuerzo... Sí, sé que es fácil decirlo, pero puede que sea uno de los pasos a dar para dejar de preguntarte qué hacer con tu vida..

Ejem, a todo ésto, con permiso me quedo por aquí leyendo un rato