Mi lugar
>> viernes, 9 de marzo de 2012
Recuerdo un lugar al que iba
cuando era niña. Iba cada tarde al salir del colegio y los fines de semana. Había
una casa en un árbol y tardes de acampada en la montaña; había paneles de naves
espaciales con cientos de botones y vecinos extraterrestres; había un cometa
brillando en el cielo mientras se alejaba en el espacio; había sueños posibles y
la inmortalidad para cumplirlos… Ese lugar no estaba en un punto geográfico concreto,
era mi lugar conceptual, el mundo que me gustaría que existiera, que me
gustaría crear, un rincón dentro de mí que me conectaba con el universo.
Recuerdo esa sensación. Todo era posible todavía, todo estaba por ver. Era una chiquilla llena de temores y reflexiones, pero, sin embargo, uno de los recuerdos más recurrentes es esa burbuja de paz que me mantenía viva por dentro. Y ahora, años después, quiero volver a ese lugar. Tal vez porque nunca dejé de ser esa niña asustada o tal vez porque por dentro me siento como una estrella moribunda en un universo que sigue evolucionando sin mí.