Antología

>> sábado, 23 de julio de 2011

Tanto que decir y sin saber cómo hacerlo. Se me atragantan las palabras y la vida, que me hace toser y tragar saliva. Ya no me sirven los dogmas de fe para sedar la mente ni la inercia de la sin razón, pese a que me dejo llevar cada día por ella mientras absolutizo el futuro para huir del absurdo existencial. Tengo la impresión de que he llegado a un punto de inflexión que hace que intente no aplazar mi conciencia, pero al mismo tiempo siento que todo lo que hago lo hago para nada, que todo lo que quiero pronto desaparecerá.

Tal vez sea la crisis de los treinta que estoy a punto de cumplir o tal vez sea que, no es que haya olvidado mis sueños, sino que los utilizo para rellenar la realidad vacía. El inconveniente es que tienen la misma consistencia y duración que una pompa de jabón.

Dónde están los veranos con olor a hierba y a ciudad al atardecer, las noches en la ventana colgando y acicalando estrellas, las mañanas deseadas y sin despertador. Pasan las horas sin gloria, rotan las sombras bajo el sol, las estrellas se descuelgan del techo de mi habitación.